martes, 9 de junio de 2015

AUTORREGULACIÓN DE LOS ECOSISTEMAS

En general los ecosistemas tienen una gran resistencia a las alteraciones que se producen en su entorno, tanto en aquellas de origen natural como en las humanas, y si se les conceden el tiempo suficiente pueden recuperarse de ellas.

Los ecosistemas presentan mecanismos de regulación que los mantienen estables y en equilibrio. Estos sistemas son:

La retroalimentación entre depredadores y presas. Los depredadores se alimentan de presas y si el número de estas disminuye el de depredadores también. Así es como el crecimiento del ecosistema queda limitado, evitando que se descontrole. En nuestro parque podemos encontrar este sistema entre especies como la nutria (Ilustración 1Lutrinae) y la trucha (Ilustración 2; Salmo trutta), en la que el mamífero es el depredador y el pez la presa; o entre el lince ibérico (Ilustración 3; Lynx pardina) y el conejo (Ilustración 4; Oryctolagus cuniculus).


La autodepuración de aguas contaminadas. Este proceso permite que el agua que ha sido contaminada por materia orgánica vaya progresivamente aumentando su estabilidad, transformándose los compuestos orgánicos en descomposición bioquímica.
Por otra parte, las plagas hacen referencia a organismos que consideramos perjudiciales o a cambios en las condiciones climáticas que hacen que una especie desaparezca por completo siendo muy difícil la autorrecuperación del ecosistema. La plaga más importante que ha atacado a nuestro parque es la del pulgón (Aphididae), parásito que atacaba principalmente a los rosales (Rosaceae).
En nuestro parque, en los últimos años, se han producido descensos en la población de especies como el lince ibérico (Lynx pardina), que se encuentra en peligro de extinción. El motivo de esta situación es la amenaza que supuso el hombre para la especie y la dificultad de la reproducción en esta.
Por último, la lucha biológica, que consiste en la utilización de organismo o métodos no químicos para acabar con organismos que nos ocasionen problemas. Como se menciona anteriormente, una plaga que atacó los rosales de la Sierra Norte de Sevilla fue la de pulgones (Aphididae). ¿Cómo se combatió? Mediante un método natural, que fue el aumento de las poblaciones de insectos como la mariquita (Coccinellidae) o la avispilla; que en realidad es la mosca cernidora (Sphaerophoria scripta). Estos fueron capaces de controlar la plaga de este parásito, ya que se alimentaban de ellos.
Además, con los pulgones llegó también el hongo negrilla (Ilustración 5; Capnodium elaeophilum), un parásito que se situaba bajo las hojas de los rosales y se alimentaban de las secreciones de melaza de los pulgones (Aphididae). Luego esparcía una especie de alquitrán negro sobre las hojas, una resina pegajosa que le dificultaba la fotosíntesis a la planta. Los rosales (Rosaceae) se debilitaban al tener dos parásitos a la vez.
La solución para este hongo fue la erradicación de la plaga de pulgones, ya que no podrían alimentarse de la melaza que estos segregaban.








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